Imágenes del acto por Palestina desarrollado este 7 de agosto en Las Palmas de Gran Canaria, convocado por "Canarias por Palestina", coordinadora de organizaciones y colectivos que defienden el derecho de Palestina a un Estado independiente con capital en Jerusalén, el derecho al retorno de la población obligada al exilio, la reparación de las destrucciones causadas por el agresor israelí y sus aliados, la retirada de Israel y sus colonos de las tierras ocupadas y el establecimiento de unas fronteras seguras con una paz sólida y justa.
HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DE GAZA
Cadáveres anónimos.
Ningún olvido los reúne,
ningún recuerdo los separa...
Olvidados en la hierba invernal
sobre la vía pública,
entre dos largos relatos de bravura
y sufrimiento.
“¡Yo soy la víctima!”.
“¡No, yo soy la única víctima!”.
Ellos no replicaron:
“Una víctima no mata a otra.
Y en esta historia hay un asesino
y una víctima”.
Eran niños,
recogían la nieve de los cipreses de Cristo
y jugaban con los ángeles porque tenían
la misma edad...
Huían de la escuela
para escapar de las matemáticas
y la antigua poesía heroica.
En las barreras,
jugaban con los soldados
al juego inocente de la muerte.
No les decían: dejen los fusiles
y abran las rutas para que la mariposa encuentre
a su madre cerca de la mañana,
para que volemos con la mariposa
fuera de los sueños, porque los sueños son estrechos
para nuestras puertas.
Eran niños,
jugaban e inventaban un cuento para la rosa roja
bajo la nieve, detrás de dos largos relatos
de bravura y sufrimiento.
Luego, escapaban con los ángeles pequeños
hacia un cielo límpido.
LA NIÑA
/ EL GRITO
En la playa hay una niña, la niña tiene familia
y la familia una casa.
La casa tiene dos ventanas y una puerta...
En el mar, un acorazado se divierte cazando a los que
caminan
por la playa: cuatro, cinco, siete
caen sobre la arena.
La niña se salva por poco,
gracias a una mano de niebla,
una mano no divina que la ayuda.
Grita: ¡Padre! ¡Padre!
levántate, regresemos: el mar no es como nosotros.
El padre, amortajado sobre su sombra,
a merced de lo invisible,
no responde.
Sangre en las palmeras, sangre en las nubes.
La lleva en volandas la voz más alta
y más lejana de la playa.
Grita en la noche desierta.
No hay eco en el eco.
Convierte el grito eterno en noticia
rápida que deja de ser noticia cuando
los aviones regresan para bombardear una casa
con dos ventanas y una puerta.
Poemas de Mahmud Darwish,
poeta palestino